Fueron siete segundos los que tardé en enamorarme de ti. Siete segundos los que me pediste para verte reflejado en mis ojos. Siete. Siete mágicos segundos que determinaron la manera en la que, hoy, me atrevo a mirarte. A sentirte. A quererte. Quizá, para la mayoría de la gente, tan poco tiempo no signifique nada, pero, ¿Para mí? ¿Para ti? Esos siete segundos son la eternidad limitada que necesitábamos para enamorarnos el uno del otro. Recuerdo cómo te miré. Tenías esos ojitos mojados por la duda que te ocasionaba mirarme a mí. Ojos de cielo, ojos de ti. Juntos, tan eternos como enteros. Tan humanos como extraños. Aunque, realmente, he visto a humanos más extraños de lo que puede resultarnos un extraterrestre. Pero tú no. Tú eras, y eres, diferente. Porque en ti puedo ver reflejada la niñez que un día tuviste, puedo ver ese alma pura que a tanta gente le hace falta. Puedo verte, y puedo sentirte tan dentro que me asusta. Te quiero, y joder. Me gustaría volver
Escribe sobre lo que conoces... inmortaliza lo que sientes.