El viento atizaba con fuerza mi cabello, las gotas de agua que venían del techo de la Tierra mojaban mis mejillas, aunque apenas se diferenciaban de las lágrimas que estaba derramando en ese momento. Iba corriendo por la ciudad como un niño que persigue su felicidad camuflada en forma de globo. No tenía ganas de nada, unas horas antes mi vida se había desvanecido por completo. -Adiós, no puedo seguir contigo. Esas palabras me habían matado por dentro aunque poco a poco el dolor también se notaba por fuera. ¿Qué iba a hacer ahora yo? La persona que estabilizaba todos mis estados de ánimo había decidido irse por alguna razón que yo desconocía. Me sentía muy mal, no entendía en qué había podido equivocarme esa vez. Había conocido a gente que decía que un adiós solo duele cuando sabes que nunca más vas a volver a decir "hola." pero se equivocaban. Cuando quieres a alguien la simple idea de perderle, te rompe. Mi cabeza decía que quizá solo era un "hasta luego", per
Escribe sobre lo que conoces... inmortaliza lo que sientes.