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Mostrando entradas de julio, 2015

Domingos.

                Siempre he escuchado que los domingos son los peores días de la semana, porque preceden al lunes. Pero eso es como decir que la vida es una mierda, porque está antes que la muerte. Siempre he escuchado “Quiero que sea sábado”, pero eso es perder el resto de la semana esperando un día que puede que no llegue jamás.                 Desde mi punto de vista, los domingos son uno de los mejores días de la semana, porque puedo pasarlos a tu lado, después de un sábado por la noche; porque puedo disfrutar cada segundo antes de empezar la semana. No sé. Un domingo, para mí, es como una oportunidad. Como una oportunidad para hacer todo lo que no hemos hecho durante la semana. Un domingo, es un día más para decirte “lo siento”. Un día más para decirte que te quiero. El domingo es la última oportunidad de la semana para volver a empezar. Para hacer algo que merezca la pena.                 Quizá,  parezca el final de un ciclo, quizá sea un día aburrido. Quizá no esté a la

Me disparé a quemarropa.

Todavía lo recuerdo. Era verano. No hacia frío. No hacía calor. Estaba corriendo por aquel bosque con un arma que parecía estar bajo mi piel. No sabía qué hacía con aquella pistola, pero no podía despegarme de ella. De pronto, vi un cuerpo extraño moverse entre las sombras e, instintivamente, disparé. Oí un golpe seco y vi cómo caía al suelo. Me acerqué y lo observé... Todavía con vida. Pidiendo auxilio. Estaba ensangrentado, dolorido, pero cuando lo mire más detenidamente... Me alarmé. Era yo misma. Había disparado a mí propia persona y, sin embargo, seguía de pie manteniendo el arma del que todavía no he podido deshacerme.

Todavía más que ayer.

Él estaba allí, peleándose con aquella dichosa fuente, mientras yo le quería (sí, todavía un poco más que ayer). Estaba precioso; con su sonrisa como complemento perfecto y su mirada como amuleto secreto.

Paseos diferentes, paseos entre puentes-

Árboles ocultando vida muerta.  Devastada por guerras de palabras. Por la paz que tú me dabas y que no está desde que dejaste de hacer poesía con tus manos sobre mi piel;  así como un loco cruel deja de hacer el bien, tú dejaste de ser alguien desde que perdí la eternidad de los besos  que te di a ninguna parte.

Empieza por sonreír, sigue por no dejar de hacerlo nunca.

Dicen que no se puede sonreír, de verdad, sin enseñar los dientes. En cambio, yo creo que sí. Prueba. Sonríe, demuestra que sí se puede sonreír sin enseñar lo dientes. Sonríe. ¿Has sonreído? Espero que sí. ¿Ves?  No importa que hayas tenido un mal día. Has sido capaz de dejar atrás todos tus problemas y sonreír. Por eso estoy orgullosa de ti. No me importa quién seas. No me importa lo que te pase. No me importa que hace unos segundos tuvieras ganas de tirar la toalla. Lo que me importa es que acabas de sonreír. Lo que demuestra que eres capaz de ser fuerte. Eres capaz de evadirte de todo el mundo exterior  y centrarte en tu felicidad... Por eso, voy a hacerte una pregunta: ¿De verdad vas a confundir tener un mal día con tener una vida de mierda? Espero que no. Yo he tenido problemas. Sí. Como todo el mundo. ¿Me he sentido mal? Claro. ¿He tenido ganas de rendirme? Por supuesto. ¿He creído que no tenía a nadie a mi lado? También es verdad. Pero me equivoca