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Droken dreams

Escucho Broken Dreams de Rebeca Lavelle a las dos y cuarto de la madrugada.  Creo que no hay ningún título que le pegue mejor a esta entrada; que concuerde más con la esencia de lo que vengo a decir. Tengo el sueño roto, debería estar durmiendo. Pero mi memoria me ha llevado a ti. A ti, que hace año y medio dejaste de respirar; a ti, con quien pasé grandes momentos en mi infancia. A ti, cuya última mirada vi hace demasiado tiempo. A veces me pregunto si algo hubiera cambiado. Si haberte saludado aquel día hubiera engañado al destino; a la muerte. Quizá quiera torturarme al preguntármelo. No pude evitar que tus latidos decidieran parar en mitad de la noche, cuando estabas a solas contigo mismo. Sé que no pude, pero me cuesta imaginar una vida entera sin ti. Era demasiado pronto, ¿sabes? Pero qué te voy a contar a ti...  Tú, que tendrías que haber seguido soñando, que tendrías que haber cumplido todos tus sueños, que tendrías que haber conquistado tu mundo.  No sé si volveremos a vernos,

Nada es igual que ayer.

 Desde hace quince Lunas paso cada día por una casa en ruinas y, aunque a simple vista pudiera decir que es siempre la misma, estaría completamente equivocada. Nada es igual que ayer, siquiera nosotros. La flor que hoy yace marchita por el invierno, no es la misma que explotó en vida la primavera pasada. Pero, esa flor volverá a surgir; vivirá y dentro de unos meses sus colores volverán a cautivarme. Sin embargo, no será la misma. Lo mismo pasa con las grullas que migran cuando llega el frío. Cuando llega noviembre sabemos que, tarde o temprano, aparecerán. Sabemos que volverán en primavera y que sus cantos nos acompañaran durante varias noches. Sabemos que pasarán, e incluso nos asomaremos al balcón para verlas volar; son magníficas.  Sentiremos que las conocemos, pero no son las mismas que vimos volar antaño, aunque lo sean.

A fuego lento...

Creo que las personas evolucionamos pero nunca perdemos esa esencia que nos caracteriza desde pequeños. Nuestro carácter se moldea según las cosas que nos tocan vivir, nuestros pensamientos cambian, y nuestra forma de vivir muta según nos conviene. Pero eso, esa cualidad que nos hace únicos, permanece dentro de nosotros eternamente. Incluso perdura una vez que nos hemos ido y se queda a vivir en el corazón de las personas que nos amaron; en el corazón de las personas que se cruzaron con nosotros en un momento determinado y algo que dijimos, o hicimos, se grabó a fuego lento en sus entrañas.