Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2022

Felinos.

 Hace unos días pude mirarte a los ojos de nuevo. Esos ojos felinos que consiguen atraparme. Hacía años que habíamos puesto una barrera entre los dos. Una barrera insalvable. Una barrera puesta a prueba de este amor. Qué tontos fuimos, queriendo frenar con un dedo la fuerza de un océano. Tan libres los dos y tan nuestros, ¿verdad?  Qué estúpidos.  ¿Han pasado los años o solo un segundo?  Tan distintos y, sin embargo, nada ha cambiado.  Vuelve a mirarme así, sonríeme otra vez. No reprimas tus impulsos, soy yo. Bésame, tócame. Eres tú.  Libres y salvajes. Como siempre. No hay prisa porque tampoco hay tiempo. Déjame sentirte, hacerte eterno en mi memoria.  Por si mañana decido irme, o te vas tú. Por si la vida ya no vuelve a acercarnos, quiéreme.

tocándote.

 Quiero quedarme a tu lado, aunque otros brazos arropen tus sueños; aunque otros labios besen los míos. Quiero quedarme contigo, aunque siquiera pueda verte. Quiero reírme contigo, hablar contigo, sentir contigo. Quiero que quieras quedarte conmigo, que escuches canciones y pienses en mí... que tomes café y pienses en mí... Que la lluvia te moje y sientas que son mis manos... tocándote.

Caricias en mi piel.

 Ahora que tengo tanto frío me dices que vaya a verte, que tus labios siempre saben cómo darme calor. Cierro los ojos y no me queda otro remedio que aceptar que tienes razón. Tú, desde hace tanto tiempo, siempre sabes cómo hacer que consiga sentirme viva, incluso cuando no estabas, incluso cuando eran otros brazos los que rodeaban mi cuerpo, tú sonreías y yo me sentía a salvo. Quizá ahí esté la magia de esta historia tan tuya y mía. Tan libre, tan incierta: tan eterna. Aquellos sentimientos encontrados que chocaron con nosotros cuando apenas éramos un par de niños, hoy nos hacen querernos más fuerte. Más fuerte y de una forma mucho más sana, más buena. Volamos siempre tan alto que el amor a esa altura no puede compararse con nada más. Reconozco que a veces me muerdo los labios cuando a tu vuelo lo acompañan otras alas. A veces te veo cerrar los ojos cuando otras manos rozan mi cuerpo. Pero cuando nuestros caminos vuelven a encontrarse, porque siempre lo hacen, el fuego llega tan lejos