Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2016
La verdad es que me cuesta abrirme. No quiero que nadie me conozca; porque no quiero que nadie me quiera; ni quiero aprender a querer. No quiero que nadie se acerque; porque sé que dolerá cuando se vayan. No quiero tener que cubrirme; porque no quiero que nadie me hiera. Quiero besar cicatrices; pero odio que vean las mías.

Recuérdame.

Quiero que me mires, y me digas que ya no sientes nada cuando me ves sonreír. Quiero que a mis ojos hables cuando te despidas. Quiero que me roces y me jures que ya no provoco un huracán bajo tu piel. Quiero que, ahora, cierres los ojos y recuerdes toda nuestra historia. Que recuerdes en qué momento me animé a quererte. Que recuerdes cómo, tras tardar un siglo en besarnos por primera vez, llegó un punto en el que no podíamos dejar de querernos. Recuerda, también, que conseguimos ser cada semáforo en rojo, cada mes de abril; cada noviembre que pedía silencio. Quiero que recuerdes cómo mi mano tocó tu alma una tarde de otoño; y cómo tú correspondiste a la Luna cuando besaste mi hielo. Recuerda cómo, y cuándo, comenzó todo. Cómo entre días grises conseguías que sonriera; y cómo cada noche nos quedábamos hablando horas, y horas, hasta que creíamos haber descubierto el inicio de todo esto. Recuerda lo que significaba la eternidad para nosotros; lo que nos entusiasmaba imaginar un fut

Rota

Nunca creí que llegaría el momento en el que tuviese que decirte adiós. Nunca pensé que llegaría un punto en el que lo mejor fuese hacerme a un lado. Nunca llegué a entender que, a veces, hay que dejar ir a lo que más quieres si, sin ti, va a ser más feliz. Nunca, jamás, me había sentido tan rota al pensar en la posibilidad de haber tenido un adiós mucho antes de que haya llegado la despedida. Dicen que lo que no mata, te hace crecer. Dicen que todo sirve para algo. Pero, ¿para qué sirve todo el dolor que siento dentro de mí? ¿para qué siente querer quererte y no poder hacer que me quieras? ¿Para qué? Rota... rota como aquellos trozos de cristal en el que, una vez, nos enamoramos al vernos abrazados en el reflejo. Rota... rota, tan rota como se nos quedaba la voz después de gritarnos una noche lo muy felices que éramos juntos. No puedo evitar teorizar acerca de la idea del amor, ya que yo creía que lo conocía. Supongo que, ahora, entiendo que las cosas pueden cambiar de la

Palabras nunca dichas.

Quiero hacerte sonreír, porque tú sonrisa es la única luz que quiero seguir. Quizá, querer verte feliz sea una acto egoísta.. Pero,  ¿qué hay más bonito que verte con ese brillo en los ojos? Dicen que todas las personas nos fallan, en algún momento de nuestra vida. Al igual, que nosotros fallamos, alguna vez, a todos aquellos seres que nos rodean. Muchas veces, no lo hacemos queriendo. Quizá, hemos tenido un mal día y se nos olvida preguntar "¿qué tal?". Sea, como sea, siempre acabamos fallando. Entonces, ¿por qué no haces las cosas bien mientras estás siendo consciente de que quieres tener a esa persona cerca de ti? Es decir... cada segundo que pasa, es un segundo menos que nos queda para vivir. Cada día que pasa, es un día menos. ¿Estás dispuesto a pasar un día más sin esa persona por miedo a decirle "quédate"? "No puedo vivir sin ti." O más bien: "puedo vivir sin ti, pero quiero hacerlo contigo. Los días tienen mucho más sentido cuando