Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2018

La memoria está en las manos.

Dice Pedro Salinas, que la memoria está en las manos. No puedo estar más de acuerdo con él. Hoy he dado un pequeño paseo por mi ciudad natal: Tarazona. Las calles están cargadas de tanta historia... Al fin y al cabo... fue fundada el siglo I a.C. Cada piedra que yo toco, fue colocada por otras manos. Construcciones inmensas, pequeños detalles. Los toco, toco, toco, y lo que toco ya ha sido tocado antes. ¿Cuántas manos pasarán por el mismo lugar? La memoria está en el tacto, como el tacto de tu piel, que se grabó a fuego entre mis dedos el primer día que nuestros labios decidieron bailar juntos. La memoria está en las manos. Manos que siguen buscando la tuya cuando salgo a pasear. Te has perdido,  y yo no quiero encontrarme sin ti. Por mí y por todos mis amigos, cuando éramos niños perdernos era mucho más divertido, pues sabíamos que al final, volveríamos a encontrarnos. Pero sé que nuestra niñez vive dentro de nosotros, así que en esta partida de escondite te p

Supongamos que...

Supongamos que hubieras dicho más veces  te quiero a aquella persona que quisiste. Supongamos también que le hubieras abrazado un poquito más fuerte la última vez que le viste. ¿Qué hubiera pasado? ¿La vida sigue su curso sin importarle lo que hagamos, o nos tiene un poco de respeto? Cuando cierro los ojos, todavía puedo ver cada una de tus cicatrices, todavía puedo sentir tu ternura, tus sueños, tu risa. ¿Qué nos pasa a los humanos que huimos de lo que podría hacernos felices? ¿Por qué preferimos salir corriendo en vez de hacernos cargo de lo que sentimos? Creo que son demasiadas preguntas, y que sólo hay una respuesta: TENEMOS MIEDO Miedo a que alguien nos rompa el corazón y ya no quede sangre en nuestras venas después de otra decepción. Miedo a lo desconocido. Miedo a lo que todavía está por suceder. Miedo  a lo que sea, pero miedo. SUPONGAMOS QUE... Que ese miedo se enamora. Que ese miedo tiene miedo de otros miedos. Que ese miedo se enfrenta a sí

Dejar paso al vivir

A veces se nos olvida que debemos vivir la vida. Parece una ironía, ¿verdad? Pero si nos paramos en mitad de la calle y echamos un vistazo a las personas que pasan a nuestro lado, ¿las vemos felices? Dada mi experiencia no. Vamos y venimos, como cuerpos sin vida; vacíos. Sin ilusión por el día que tenemos por delante. Un día detrás de otro. Un paso detrás de otro. Pero, ¿dónde está la magia de romper con lo establecido? ¿De dejarnos llevar? Ojalá todos dejásemos que todo fluyera, sin miedo a lo que esté por venir. Ojalá nos animásemos a ir un poco más allá, a atrevernos a hacer algo más de lo que hacemos. Ojalá nos quisiéramos lo suficiente como para no quedarnos con las ganas de decirnos cualquier cosa. Ojala. Pero no. Ni siquiera pensando en esto, soy capaz de vivir la vida al cien por cien, pues siento que hay algo que me frena. ¿Qué es? ¿No seré yo misma? ¿No será mi cordura? ¿Mi consciencia? ¿Seré capaz de vivir algún día?