Ir al contenido principal

y tú tampoco estás.

 Normalmente esto lo hubiera escrito de puño y letra y nunca hubiera visto la luz, pero estaba con el ordenador encendido y las ganas de escribirte me han podido. No he querido levantarme, prender la luz, perder el tiempo...


Necesitaba decirte que lo siento, que estoy ardiendo por dentro de la pena que siento.

Siento haber estado tan cansada algunas veces como para no sonreírte un poco más, como para no pasar a verte, como para no abrazarte con más fuerza.

Siento haber estado triste algunas veces; enfadada otras. No contigo, no por ti, con la vida. Siento no haber sido siempre justa, no haberte tratado como tu alma se merecía. 

Lo siento.

Siento no haberte visto una última vez, no haberte dicho una vez más lo mucho que te quiero.

Siento no haber llegado a ser la mujer que esperabas que fuera.

Siento que no hayas conocido a esa bebé de la que siempre hablábamos.

Te quiero.

Siento no haberte escrito más poesías, no haber terminado antes mi libro; no haberte regalado esa segunda parte que tanto querías. Siento no haber cumplido lo que dije ese último día: No haber salvado el incienso, no haberte leído el libro que dejamos a medias, no haberte contado cada martes, cada viernes, cada domingo, lo que hacía. 

Lo siento.

Siento no ser feliz ahora, al menos, no al cien por cien. Sé que tú querrías que siguiéramos como si nada, con las tertulias, con la vida. 

Siento perder las ganas algunas veces, y sentirme todavía más cansada.

Cada día trato de ser mi mejor versión, y eso me agota.

Me agotan las expectativas, me agota la vida algunas veces desde que tú ya no estás.

¿Sabes otra cosa?

Sigo sintiéndote, sobre todo cuando estoy en la naturaleza.

Es como que ella me regala la oportunidad de sentirte más cerquita. 

Te siento cuando miro a la Luna, cuando miro las estrellas, cuando una nube tapa al sol. Te siento cuando suena un cuervo, cuando veo un gato, un perro, cuando veo un grillo, una libélula... Te siento cuando una mariposa vuela cerquita mío, cuando una piedra resalta sobre el resto, cuando el agua me llama para que vaya a tocarla.

No sé.

Escribirte también me hace sentirte tan cerca.

A veces no puedo pensar otra cosa que: "qué mierda" y también lo siento. Siento pensar eso, porque sé que tus ganas de vivir no se merecen que todos estemos tan desganados ahora. Lo siento.

Mañana seguiré trabajando en eso. En ser feliz, en leerte, en cumplir todas mis promesas.

Pero hoy, hoy que debería estar cantándote el cumpleaños feliz. Hoy, hoy me permito romperme un poquito. Un ratito, antes de volver a levantar cabeza.

Ya sabes, como diría Scarlett O'Hara:

"Ya lo pensaré mañana".

Aunque claro, si fuera Don Quijote quien estuviera aquí, seguro que me decía:

"No seas mentecata y libra tu batalla con esos molinos que te atormentan".

Pero no están. Ninguno de los dos, y tú tampoco estás...

Comentarios

Entradas populares de este blog

A corazón abierto

 El otro día tuvimos una conversación a corazón abierto -con nadie puedo, más que contigo-. Eso fue lo que me dijiste y yo callé un -me pasa lo mismo. Contigo desnudo mi alma sin pensármelo dos veces-. Pero para qué decírtelo, si cada vez que nos miramos nos vemos por dentro; si cada vez que nos abrazamos volvemos nuestros cuerpos eternidad hasta que el mundo real nos vuelve a avisar. Cada vez que tú me hablas, cada vez que te abres conmigo, siento ganas de ponerme a escribir. Quizá sea porque así fue nuestro comienzo, entre letras. Quizá sea porque quiero eternizar también tu alma, tus emociones, el amor que siento por ti. Quizá sean muchas cosas las que me tengan ahora aquí, entre el humo del incienso, sintiéndote, aunque no estés. Nos debemos unas cuantas estrellas, una noche en la que los recuerdos del pasado se vuelvan presente. Una noche donde solo estemos tú y yo. Somos dos almas que se encuentran a menudo y cuando eso pasa, nos amamos como se aman los artistas;  creando, sintié

agua salada en mi habitación.

 Me siento en la orilla del mar y, aunque son mis sábanas las que acarician mis piernas, siento cómo el agua salada roza mi piel. Solo veo esta oscura habitación y, sin embargo, al cerrar los ojos puedo ver un hermoso atardecer. Las nubes se tiñen de fuego y el agua refleja las brasas que calientan mi alma. Escucho a Lauren Renon, "Me and the Neon" y quiero creer que esa melodía que resuena en mi mente, no es otra que la de las olas golpeando con unas rocas que acabo de inventar. Qué bonita es la imaginación, ¿verdad? Que puede hacernos vivir lo que vimos y, al mismo tiempo, vivir aquello que nos gustaría estar viviendo.