Quiero que me mires, y me digas que ya no sientes nada cuando me ves sonreír.
Quiero que a mis ojos hables cuando te despidas.
Quiero que me roces y me jures que ya no provoco un huracán bajo tu piel.
Quiero que, ahora, cierres los ojos y recuerdes toda nuestra historia.
Que recuerdes en qué momento me animé a quererte. Que recuerdes cómo, tras tardar un siglo en besarnos por primera vez, llegó un punto en el que no podíamos dejar de querernos. Recuerda, también, que conseguimos ser cada semáforo en rojo, cada mes de abril; cada noviembre que pedía silencio. Quiero que recuerdes cómo mi mano tocó tu alma una tarde de otoño; y cómo tú correspondiste a la Luna cuando besaste mi hielo. Recuerda cómo, y cuándo, comenzó todo. Cómo entre días grises conseguías que sonriera; y cómo cada noche nos quedábamos hablando horas, y horas, hasta que creíamos haber descubierto el inicio de todo esto.
Recuerda lo que significaba la eternidad para nosotros; lo que nos entusiasmaba imaginar un futuro alternativo a todo este universo. Recuerda cómo dibujabas constelaciones en mi espalda mientras yo pintaba corazones en tu pecho; al mismo tiempo que tus brazos rodeaban mi cuerpo.
¿Cuántas veces nos hemos jurado que había un final? ¿Cuántos nuevos comienzos hemos vivido...?
Necesito que me pienses una vez más, y que me digas si merece la pena echar al olvido todo lo que hemos vivido.
Necesito que le grites a la vida que te explique la razón; y que me pida perdón. Cuántas veces... cuántas veces... Pídele que pare; que nos regale su tiempo. Pídele una nueva oportunidad para remendar todos los errores; para dejar atrás todas las promesas que no hemos conseguido cumplir. Para que aprendamos a entregarnos en cuerpo, y alma, con aquellos que están dispuestos a hacer lo mismo con nosotros.
Qué difícil es seguir ahora adelante, que he podido amarte más; que he podido sentirte cerca; que he podido ver tus ojos; ver tu reflejo en mis sueños; qué difícil es seguir ahora.
Quiero que recuerdes aquella noche, bajo las estrellas. Quiero que recuerdes la promesa; querernos cada día como si fuese el último.
¿Qué ha pasado para que haya llegado nuestro último segundo?
¿Cómo has podido olvidarte de mí?
¿Cómo consigues ser feliz sin mis te quieros?
Enséñame a vivir sin tus recuerdos; a acostumbrarme a un nuevo tiempo.
Recuérdame una vez más por qué hemos llegado hasta aquí; por qué el verano se ha convertido en invierno, y por qué el frío ya no me afecta como antes...
Recuérdame por qué hemos llegado a esto.
Recuérdame como antes. Recuérdame con aquella sonrisa a la que un día le dijiste que te había enamorado. Recuérdame en tus sueños.
Quiero que cuando sepas de mí, sonrías al recordar todo lo que hemos compartido; incluso al recordar todo el daño que nos hemos hecho. Quiero que me recuerdes como aquella chica a la que un día le entregaste tu vida; y que estuvo dispuesta a darte la suya a cambio.
Quiero que me recuerdes como quién fui cuando te dije que no iba a dejarte ir; aunque ahora sea lo que estoy haciendo.
Porque, ¿sabes? dicen que la gente que tiene la puerta abierta, nunca se va. Pero tú lo has hecho, y me alegro. Me alegro de que hayas decido ampliar tus horizontes en este vuelo; y me alegro de que hayas cruzado la frontera. Porque supongo que, decir adiós, es crecer.
Así que adiós; se feliz. Pero ojalá en otra vida, no necesites buscar la felicidad lejos de mí... y ojalá, en otra vida, no necesite pedirte que te quedes.
Quiero que a mis ojos hables cuando te despidas.
Quiero que me roces y me jures que ya no provoco un huracán bajo tu piel.
Quiero que, ahora, cierres los ojos y recuerdes toda nuestra historia.
Que recuerdes en qué momento me animé a quererte. Que recuerdes cómo, tras tardar un siglo en besarnos por primera vez, llegó un punto en el que no podíamos dejar de querernos. Recuerda, también, que conseguimos ser cada semáforo en rojo, cada mes de abril; cada noviembre que pedía silencio. Quiero que recuerdes cómo mi mano tocó tu alma una tarde de otoño; y cómo tú correspondiste a la Luna cuando besaste mi hielo. Recuerda cómo, y cuándo, comenzó todo. Cómo entre días grises conseguías que sonriera; y cómo cada noche nos quedábamos hablando horas, y horas, hasta que creíamos haber descubierto el inicio de todo esto.
Recuerda lo que significaba la eternidad para nosotros; lo que nos entusiasmaba imaginar un futuro alternativo a todo este universo. Recuerda cómo dibujabas constelaciones en mi espalda mientras yo pintaba corazones en tu pecho; al mismo tiempo que tus brazos rodeaban mi cuerpo.
¿Cuántas veces nos hemos jurado que había un final? ¿Cuántos nuevos comienzos hemos vivido...?
Necesito que me pienses una vez más, y que me digas si merece la pena echar al olvido todo lo que hemos vivido.
Necesito que le grites a la vida que te explique la razón; y que me pida perdón. Cuántas veces... cuántas veces... Pídele que pare; que nos regale su tiempo. Pídele una nueva oportunidad para remendar todos los errores; para dejar atrás todas las promesas que no hemos conseguido cumplir. Para que aprendamos a entregarnos en cuerpo, y alma, con aquellos que están dispuestos a hacer lo mismo con nosotros.
Qué difícil es seguir ahora adelante, que he podido amarte más; que he podido sentirte cerca; que he podido ver tus ojos; ver tu reflejo en mis sueños; qué difícil es seguir ahora.
Quiero que recuerdes aquella noche, bajo las estrellas. Quiero que recuerdes la promesa; querernos cada día como si fuese el último.
¿Qué ha pasado para que haya llegado nuestro último segundo?
¿Cómo has podido olvidarte de mí?
¿Cómo consigues ser feliz sin mis te quieros?
Enséñame a vivir sin tus recuerdos; a acostumbrarme a un nuevo tiempo.
Recuérdame una vez más por qué hemos llegado hasta aquí; por qué el verano se ha convertido en invierno, y por qué el frío ya no me afecta como antes...
Recuérdame por qué hemos llegado a esto.
Recuérdame como antes. Recuérdame con aquella sonrisa a la que un día le dijiste que te había enamorado. Recuérdame en tus sueños.
Quiero que cuando sepas de mí, sonrías al recordar todo lo que hemos compartido; incluso al recordar todo el daño que nos hemos hecho. Quiero que me recuerdes como aquella chica a la que un día le entregaste tu vida; y que estuvo dispuesta a darte la suya a cambio.
Quiero que me recuerdes como quién fui cuando te dije que no iba a dejarte ir; aunque ahora sea lo que estoy haciendo.
Porque, ¿sabes? dicen que la gente que tiene la puerta abierta, nunca se va. Pero tú lo has hecho, y me alegro. Me alegro de que hayas decido ampliar tus horizontes en este vuelo; y me alegro de que hayas cruzado la frontera. Porque supongo que, decir adiós, es crecer.
Así que adiós; se feliz. Pero ojalá en otra vida, no necesites buscar la felicidad lejos de mí... y ojalá, en otra vida, no necesite pedirte que te quedes.
Comentarios
Publicar un comentario