Ir al contenido principal

95% de mí.

Cuando te conocí el 100% de mi vida me pertenecía, pero conforme me iba enamorando de ti me arrebataste casi esa cifra. Ahora solo depende de mí un mísero 5%, porque no me importa estar bien si no lo estás tú y mucho menos me importa sonreír si no puedo compartir mi risa contigo. Tú y solamente tú eres el responsable de mi respiración aunque, bien es cierto que, si te acercas mucho mi corazón está a punto de explotar. Mi estómago no es víctima de esas mariposas suicidas que el resto de personas dice sentir pero, mi pecho, cariño, mi pecho es testigo de las taquicardias que le provocas.
Podía pararme a hablar de lo que siento cada vez que dices que me quieres o podría dedicarme a hacer poesía con tus gestos. Podría también decir que tú me haces fuerte, pero mentiría. Realmente soy fuerte cuando no te veo, cuando no estoy a tu lado porque, es verte y caer rendida a tus pies. Es sentirte y radicalmente mis piernas empiezan a temblar. Sí, todavía. Tres años después sigo sintiendo que me muero si te pierdo y que crezco si te tengo. Sigo sintiendo todo lo que sentí la primera vez que te besé cuando nuestros labios interrumpen las palabras rozándose entre sí.
Te quiero y por muchas guerras que tengamos seguiré atada a ti. 
Puede que todo esto un día se acabe, ¿Por qué no? Todo se acaba. Pero mi amor por ti, por tu sonrisa, por tus ojos color café, como mi vicio favorito (Ahora lo entiendo todo, no es el café lo que me atrae si no el recuerdo que su color hace en  mí) 
Por mucho que la amnesia se apodere de mi mente, no podré olvidar la primera vez que te vi. No podré olvidar la primera vez que te hice mío a la vez que yo me hacía única y exclusivamente para ti.

Comentarios

Entradas populares de este blog

y tú tampoco estás.

 Normalmente esto lo hubiera escrito de puño y letra y nunca hubiera visto la luz, pero estaba con el ordenador encendido y las ganas de escribirte me han podido. No he querido levantarme, prender la luz, perder el tiempo... Necesitaba decirte que lo siento, que estoy ardiendo por dentro de la pena que siento. Siento haber estado tan cansada algunas veces como para no sonreírte un poco más, como para no pasar a verte, como para no abrazarte con más fuerza. Siento haber estado triste algunas veces; enfadada otras. No contigo, no por ti, con la vida. Siento no haber sido siempre justa, no haberte tratado como tu alma se merecía.  Lo siento. Siento no haberte visto una última vez, no haberte dicho una vez más lo mucho que te quiero. Siento no haber llegado a ser la mujer que esperabas que fuera. Siento que no hayas conocido a esa bebé de la que siempre hablábamos. Te quiero. Siento no haberte escrito más poesías, no haber terminado antes mi libro; no haberte regalado esa segunda parte que

A corazón abierto

 El otro día tuvimos una conversación a corazón abierto -con nadie puedo, más que contigo-. Eso fue lo que me dijiste y yo callé un -me pasa lo mismo. Contigo desnudo mi alma sin pensármelo dos veces-. Pero para qué decírtelo, si cada vez que nos miramos nos vemos por dentro; si cada vez que nos abrazamos volvemos nuestros cuerpos eternidad hasta que el mundo real nos vuelve a avisar. Cada vez que tú me hablas, cada vez que te abres conmigo, siento ganas de ponerme a escribir. Quizá sea porque así fue nuestro comienzo, entre letras. Quizá sea porque quiero eternizar también tu alma, tus emociones, el amor que siento por ti. Quizá sean muchas cosas las que me tengan ahora aquí, entre el humo del incienso, sintiéndote, aunque no estés. Nos debemos unas cuantas estrellas, una noche en la que los recuerdos del pasado se vuelvan presente. Una noche donde solo estemos tú y yo. Somos dos almas que se encuentran a menudo y cuando eso pasa, nos amamos como se aman los artistas;  creando, sintié

agua salada en mi habitación.

 Me siento en la orilla del mar y, aunque son mis sábanas las que acarician mis piernas, siento cómo el agua salada roza mi piel. Solo veo esta oscura habitación y, sin embargo, al cerrar los ojos puedo ver un hermoso atardecer. Las nubes se tiñen de fuego y el agua refleja las brasas que calientan mi alma. Escucho a Lauren Renon, "Me and the Neon" y quiero creer que esa melodía que resuena en mi mente, no es otra que la de las olas golpeando con unas rocas que acabo de inventar. Qué bonita es la imaginación, ¿verdad? Que puede hacernos vivir lo que vimos y, al mismo tiempo, vivir aquello que nos gustaría estar viviendo.