Cuando te conocí el 100% de mi vida me pertenecía, pero conforme me iba enamorando de ti me arrebataste casi esa cifra. Ahora solo depende de mí un mísero 5%, porque no me importa estar bien si no lo estás tú y mucho menos me importa sonreír si no puedo compartir mi risa contigo. Tú y solamente tú eres el responsable de mi respiración aunque, bien es cierto que, si te acercas mucho mi corazón está a punto de explotar. Mi estómago no es víctima de esas mariposas suicidas que el resto de personas dice sentir pero, mi pecho, cariño, mi pecho es testigo de las taquicardias que le provocas.
Podía pararme a hablar de lo que siento cada vez que dices que me quieres o podría dedicarme a hacer poesía con tus gestos. Podría también decir que tú me haces fuerte, pero mentiría. Realmente soy fuerte cuando no te veo, cuando no estoy a tu lado porque, es verte y caer rendida a tus pies. Es sentirte y radicalmente mis piernas empiezan a temblar. Sí, todavía. Tres años después sigo sintiendo que me muero si te pierdo y que crezco si te tengo. Sigo sintiendo todo lo que sentí la primera vez que te besé cuando nuestros labios interrumpen las palabras rozándose entre sí.
Te quiero y por muchas guerras que tengamos seguiré atada a ti.
Puede que todo esto un día se acabe, ¿Por qué no? Todo se acaba. Pero mi amor por ti, por tu sonrisa, por tus ojos color café, como mi vicio favorito (Ahora lo entiendo todo, no es el café lo que me atrae si no el recuerdo que su color hace en mí)
Por mucho que la amnesia se apodere de mi mente, no podré olvidar la primera vez que te vi. No podré olvidar la primera vez que te hice mío a la vez que yo me hacía única y exclusivamente para ti.
Comentarios
Publicar un comentario