Ir al contenido principal

Querido diario:

Dejé de escribir sobre lo que sentía,  para escribir sobre lo que quería sentir, y olvidé que el papel era mi mejor amigo.

He caído otra vez.
Ya no sé cómo salir del pozo.
La cuerda ha vuelto a rasgarse,  y esta vez... no tengo una de repuesto.

Podría decirte que sé que encontraré una salida alternativa, que volveré a reír en los brazos de otra persona.

Pero no quiero reconocer que la historia "de mi vida" ha acabado.

Me duele aceptar que ya no habrá cenas entre besos. Caricias a destiempo; amores incomprendidos a las seis de la mañana.

Me duele entender que hubo un último abrazo,  y que yo estaba mirando a otra parte cuando él veía que era el final. (Nuestro final).  Me duele porque el amor sigue vivo entre sueños... y no sé cómo olvidar algo que sigue latiendo tan fuerte dentro de mí.

Quizá no debería olvidarme de esta historia. Quizá debería aprender a vivir con ella... pero no es fácil.

No es fácil porque tu ausencia está quemando mi hogar; está dejándome sin oxígeno.

Hay momentos inmortalizados que recorren mi mente cuando trato de dejarte atrás.

Te siento en cada beso, en cada mano,  en cada palabra que sale de mi boca; de las suyas.  Te siento siempre... a cada hora.

Hemos sido uno en cada rincón de la ciudad. No queda ninguna esquina libre de ser testigo de nuestro amor.

¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo puedo salir de este espejismo?

Me enseñaste a amar; a amarme. Pero no tengo ni idea de cómo sacarte de mi presente; de mi mente.

Comentarios

Entradas populares de este blog

y tú tampoco estás.

 Normalmente esto lo hubiera escrito de puño y letra y nunca hubiera visto la luz, pero estaba con el ordenador encendido y las ganas de escribirte me han podido. No he querido levantarme, prender la luz, perder el tiempo... Necesitaba decirte que lo siento, que estoy ardiendo por dentro de la pena que siento. Siento haber estado tan cansada algunas veces como para no sonreírte un poco más, como para no pasar a verte, como para no abrazarte con más fuerza. Siento haber estado triste algunas veces; enfadada otras. No contigo, no por ti, con la vida. Siento no haber sido siempre justa, no haberte tratado como tu alma se merecía.  Lo siento. Siento no haberte visto una última vez, no haberte dicho una vez más lo mucho que te quiero. Siento no haber llegado a ser la mujer que esperabas que fuera. Siento que no hayas conocido a esa bebé de la que siempre hablábamos. Te quiero. Siento no haberte escrito más poesías, no haber terminado antes mi libro; no haberte regalado esa segunda parte que

A corazón abierto

 El otro día tuvimos una conversación a corazón abierto -con nadie puedo, más que contigo-. Eso fue lo que me dijiste y yo callé un -me pasa lo mismo. Contigo desnudo mi alma sin pensármelo dos veces-. Pero para qué decírtelo, si cada vez que nos miramos nos vemos por dentro; si cada vez que nos abrazamos volvemos nuestros cuerpos eternidad hasta que el mundo real nos vuelve a avisar. Cada vez que tú me hablas, cada vez que te abres conmigo, siento ganas de ponerme a escribir. Quizá sea porque así fue nuestro comienzo, entre letras. Quizá sea porque quiero eternizar también tu alma, tus emociones, el amor que siento por ti. Quizá sean muchas cosas las que me tengan ahora aquí, entre el humo del incienso, sintiéndote, aunque no estés. Nos debemos unas cuantas estrellas, una noche en la que los recuerdos del pasado se vuelvan presente. Una noche donde solo estemos tú y yo. Somos dos almas que se encuentran a menudo y cuando eso pasa, nos amamos como se aman los artistas;  creando, sintié

agua salada en mi habitación.

 Me siento en la orilla del mar y, aunque son mis sábanas las que acarician mis piernas, siento cómo el agua salada roza mi piel. Solo veo esta oscura habitación y, sin embargo, al cerrar los ojos puedo ver un hermoso atardecer. Las nubes se tiñen de fuego y el agua refleja las brasas que calientan mi alma. Escucho a Lauren Renon, "Me and the Neon" y quiero creer que esa melodía que resuena en mi mente, no es otra que la de las olas golpeando con unas rocas que acabo de inventar. Qué bonita es la imaginación, ¿verdad? Que puede hacernos vivir lo que vimos y, al mismo tiempo, vivir aquello que nos gustaría estar viviendo.