Dejé de escribir sobre lo que sentía, para escribir sobre lo que quería sentir, y olvidé que el papel era mi mejor amigo.
He caído otra vez.
Ya no sé cómo salir del pozo.
La cuerda ha vuelto a rasgarse, y esta vez... no tengo una de repuesto.
Podría decirte que sé que encontraré una salida alternativa, que volveré a reír en los brazos de otra persona.
Pero no quiero reconocer que la historia "de mi vida" ha acabado.
Me duele aceptar que ya no habrá cenas entre besos. Caricias a destiempo; amores incomprendidos a las seis de la mañana.
Me duele entender que hubo un último abrazo, y que yo estaba mirando a otra parte cuando él veía que era el final. (Nuestro final). Me duele porque el amor sigue vivo entre sueños... y no sé cómo olvidar algo que sigue latiendo tan fuerte dentro de mí.
Quizá no debería olvidarme de esta historia. Quizá debería aprender a vivir con ella... pero no es fácil.
No es fácil porque tu ausencia está quemando mi hogar; está dejándome sin oxígeno.
Hay momentos inmortalizados que recorren mi mente cuando trato de dejarte atrás.
Te siento en cada beso, en cada mano, en cada palabra que sale de mi boca; de las suyas. Te siento siempre... a cada hora.
Hemos sido uno en cada rincón de la ciudad. No queda ninguna esquina libre de ser testigo de nuestro amor.
¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo puedo salir de este espejismo?
Me enseñaste a amar; a amarme. Pero no tengo ni idea de cómo sacarte de mi presente; de mi mente.
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