Hay arrepentimientos de todas las clases, ¿verdad?
Y, de hecho, seguramente, ahora te arrepentirás de algo.
Hay grandes arrepentimientos, como cuando fallamos a un amigo. Hay arrepentimientos importantes, relevantes, como cuando dejamos escapar una gran oportunidad que podría haber mejorado nuestra vida.
También hay arrepentimientos algo más importantes, como cuando nos fallamos a nosotros mismos. Arrepentimientos pequeños, como cuando decimos alguna mentira piadosa. Arrepentimientos que desgarran el alma, como cuando hacemos daño a alguien que nos importa. También hay arrepentimientos inesperados, como cuando te sientes culpable de la piedra que alguien se ha encontrado en su camino, Cuando sientes que eres impotente porque aunque sabes que va a caer, no puedes hacer nada por evitarlo. Arrepentimientos dolorosos, como cuando confiamos en alguien que nos destroza a la primera de cambio.
Podría pegarme así toda la vida, porque realmente solemos arrepentirnos por casi todas nuestras acciones.
¿Sabes? si pudiera volver a nacer, seguramente, cambiaría casi toda mi vida. Tomaría decisiones totalmente diferentes y mediría mejor mis palabras para no herir a quien me importa. No dejaría escapar las oportunidades por miedo a que no salga exactamente como espero y, por supuesto, no confiaría en ciertas personas. Pero no puedo volver a nacer. No puedo cambiar lo que he hecho y tampoco puedo cambiar lo que me han hecho a mí. No puedo borrar las lágrimas derramadas y tampoco puedo eliminar las que yo he causado. No puedo, aunque daría todo por poder hacerlo. Así que ahora solo me queda una cosa: aceptarlo.
Tenemos que aceptar que somos humanos y como tales, nos equivocamos. Tenemos que aceptar que las personas van y vienen y que no podemos hacer nada por retener a quien no quiere quedarse. Tenemos que aceptar que vamos a fallar y que nos van a fallar. Tenemos que aceptar que nuestra vida es tal y como es por las decisiones que hemos ido tomando a lo largo de la vida y también, tenemos que aceptar que hay cosas que no podemos prevenirlas. Que vienen solas, y que tenemos que tragar con ellas.
Pero no tenemos que quedarnos solo en la aceptación, que va. Tenemos que aprender de cada error. Tenemos que luchar por quien nos importa y recorlarles cada día lo que significan para nosotros porque nunca viene mal decir lo que sentimos. Tenemos que aprender a anteponernos a los golpes porque quizá, así, podamos dejar de arrepentirnos por todo en el futuro.
No tengas miedo a hacer cambios en tu vida. Nunca es tarde para mejorar.
No te arrepientas porque, al fin y al cabo, lo hecho, hecho está.
Y, de hecho, seguramente, ahora te arrepentirás de algo.
Hay grandes arrepentimientos, como cuando fallamos a un amigo. Hay arrepentimientos importantes, relevantes, como cuando dejamos escapar una gran oportunidad que podría haber mejorado nuestra vida.
También hay arrepentimientos algo más importantes, como cuando nos fallamos a nosotros mismos. Arrepentimientos pequeños, como cuando decimos alguna mentira piadosa. Arrepentimientos que desgarran el alma, como cuando hacemos daño a alguien que nos importa. También hay arrepentimientos inesperados, como cuando te sientes culpable de la piedra que alguien se ha encontrado en su camino, Cuando sientes que eres impotente porque aunque sabes que va a caer, no puedes hacer nada por evitarlo. Arrepentimientos dolorosos, como cuando confiamos en alguien que nos destroza a la primera de cambio.
Podría pegarme así toda la vida, porque realmente solemos arrepentirnos por casi todas nuestras acciones.
¿Sabes? si pudiera volver a nacer, seguramente, cambiaría casi toda mi vida. Tomaría decisiones totalmente diferentes y mediría mejor mis palabras para no herir a quien me importa. No dejaría escapar las oportunidades por miedo a que no salga exactamente como espero y, por supuesto, no confiaría en ciertas personas. Pero no puedo volver a nacer. No puedo cambiar lo que he hecho y tampoco puedo cambiar lo que me han hecho a mí. No puedo borrar las lágrimas derramadas y tampoco puedo eliminar las que yo he causado. No puedo, aunque daría todo por poder hacerlo. Así que ahora solo me queda una cosa: aceptarlo.
Tenemos que aceptar que somos humanos y como tales, nos equivocamos. Tenemos que aceptar que las personas van y vienen y que no podemos hacer nada por retener a quien no quiere quedarse. Tenemos que aceptar que vamos a fallar y que nos van a fallar. Tenemos que aceptar que nuestra vida es tal y como es por las decisiones que hemos ido tomando a lo largo de la vida y también, tenemos que aceptar que hay cosas que no podemos prevenirlas. Que vienen solas, y que tenemos que tragar con ellas.
Pero no tenemos que quedarnos solo en la aceptación, que va. Tenemos que aprender de cada error. Tenemos que luchar por quien nos importa y recorlarles cada día lo que significan para nosotros porque nunca viene mal decir lo que sentimos. Tenemos que aprender a anteponernos a los golpes porque quizá, así, podamos dejar de arrepentirnos por todo en el futuro.
No tengas miedo a hacer cambios en tu vida. Nunca es tarde para mejorar.
No te arrepientas porque, al fin y al cabo, lo hecho, hecho está.
Comentarios
Publicar un comentario