"Vas a ser mi musa, va. A ver si así me sale algo". Estas fueron las palabras que me hicieron recordar cómo comenzó todo.
Ella era un cúmulo de energía perdida entre la multitud de sus pensamientos. Quería quererse, pero no podía hacerlo. No encontraba verdaderos motivos por los cuales sentirse bien consigo misma. Pasaba las noches llorando y recordando su historia cada vez que rozaba su piel intentando quitarse el dolor. Sin embargo, tenía una risa infinita.
Tenía la maldita manía de odiar su cuerpo mientras otros la querían por todo lo que escondía. No era feliz, ni siquiera ahora lo es. No sabe qué le hace realmente feliz a nivel individual. Sin embargo, desprende felicidad por cada poro de su piel.
Es de las pocas que se queda despierta el tiempo que hace falta y saca todo lo que llevo tiempo guardando.
Es especial. Muy especial. Ni siquiera sé por qué llegó a mi vida, pero creo que todos llegamos a la vida de otra persona para ponerla un poquito patas arriba, y cambiarla. Para bien, o para mal, todas las personas influimos en la vida de aquellas personas que nos rodean. Y, ¿sabéis? ella es la viva imagen de la lucha contra uno mismo, y a mí siempre me recuerda que tenemos cien mil cosas por las que sonreír. Tenemos la suerte de tener un corazón que bombea sangre, y que nos permite disfrutar de los pequeños detalles que nos regalan los días. Y, también tenemos la suerte de tener una Luna que nos comunica con las personas que la están mirando justo en el mismo momento que nosotros.
Por ello, ella es mi Luna. No hace falta que mire al cielo para sentirme conectada con ella.
Es un tsunami. Arrasa con todo, porque todo quiere seguirla. Hay noches, en las que siente que todo va a explotar, que no puede más. Pero, aguanta. Porque así es, fuerte. Bonita, perfecta.
Es mi musa, mi ejemplo, mi vida.
Fue lo que su mente le obligó a ser, e hizo música con su sonrisa cuando no podía dejar de llorar. Era esa niña que tenía grandes sueños, y jugaba a ser mayor mientras algo le decía "no corras. Todo llegará".
Tuvo sus caídas, como todos. Pero, hoy, está más fuerte que nunca.
¿Qué tengo que hacer para que entiendas que lo que te hace tan bonita es precisamente lo que tanto odias de ti?
Vive, como quieres que viva yo. Aguanta, como quieres que aguante yo. Resiste, porque en la resistencia encontrarás la esencia de todo lo que nunca te has atrevido a buscar.
Lo peor de todo es que no puedo escuchar tu voz cerca de mí, no puedo abrazarte cuando necesitamos que el dolor parezca un poquito menos fuerte. No puedo dejar de hacerme una pregunta:
¿Cómo hubiese sido todo si todo hubiera sido diferente?
Si hubiésemos podido hablar de todas nuestras heridas mientras caminábamos por un sendero y escuchábamos a la naturaleza pedirnos una sonrisa a cambio de la Luna. Si hubiésemos podido secar nuestras lágrimas, si hubiésemos podido abrazar nuestros miedos. Cómo hubiese sido todo si hubiera podido agarrar tu mano y sacarte de ahí, justo cuando empezabas a sentir que te ahogabas entre las tierras movedizas que se forman debajo de tus pies cada vez que tu mente te dice "para". Cómo hubiese sido si tú hubieras podido escuchar mis silencios, y les contestaras con un poco de comprensión.
Sé que esta realidad alternativa, la hemos vivido en algún momento, en algún lugar. En alguna vida, porque eres mi salvavidas incluso cuando te estás ahogando tú, y noto tu presencia incluso cuando no estás.
Comentarios
Publicar un comentario