Ir al contenido principal

Como en una novela de Jane Austen...

 Esa noche soñé contigo.

Íbamos a casarnos y a tener nuestro segundo bebé. (Sí, teníamos una hija preciosa que tenía tus ojos y tus mismas ganas de vivir).

Nuestra boda era en un castillo cercano a un acantilado. Yo montaba a caballo mientras sonaba "A thousand years" de Christina Perri y todos se levantaban para mirarme.

Menos mal que no voy andando, pensaba. O los  tacones se clavarían tan fuerte en el suelo que no sería capaz de avanzar.

Estaba nerviosa. Cualquiera que me estuviera mirando podría notar mi corazón palpitante.

Tú, tan elegante en el altar. Con ese traje resaltando tu sonrisa. Tu yegua era blanca, y parecía esperar ansiosa los besos de mi mismísimo Pegaso oscuro.

Nuestra pequeña traía los anillos.

Pronunciaste tus votos entre lágrimas de amor y yo te juré amor eterno como en una novela de Jane Austen.

Bailamos, reímos, amamos. Abrazamos a nuestras familias e inmortalizamos absolutamente toda la ceremonia. Queríamos poder revivir cada detalle siempre que quisiéramos.

Aunque ambos estábamos seguros de algo. Nadie olvidaría el vuelo de mi vestido en nuestro primer baile. Parecíamos dos mariposas volando en libertad.

Y durante ese sueño, tú y yo fuimos los verdaderos protagonistas de una historia de amor verdadero.

Sobra decir que no comimos perdices, pero que fuimos igual de felices.



Y aquí estoy yo, sentada frente a un ordenador, lejos de aquel acantilado... pero imaginando que ese sueño se hace realidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

y tú tampoco estás.

 Normalmente esto lo hubiera escrito de puño y letra y nunca hubiera visto la luz, pero estaba con el ordenador encendido y las ganas de escribirte me han podido. No he querido levantarme, prender la luz, perder el tiempo... Necesitaba decirte que lo siento, que estoy ardiendo por dentro de la pena que siento. Siento haber estado tan cansada algunas veces como para no sonreírte un poco más, como para no pasar a verte, como para no abrazarte con más fuerza. Siento haber estado triste algunas veces; enfadada otras. No contigo, no por ti, con la vida. Siento no haber sido siempre justa, no haberte tratado como tu alma se merecía.  Lo siento. Siento no haberte visto una última vez, no haberte dicho una vez más lo mucho que te quiero. Siento no haber llegado a ser la mujer que esperabas que fuera. Siento que no hayas conocido a esa bebé de la que siempre hablábamos. Te quiero. Siento no haberte escrito más poesías, no haber terminado antes mi libro; no haberte regalado esa segunda parte que

A corazón abierto

 El otro día tuvimos una conversación a corazón abierto -con nadie puedo, más que contigo-. Eso fue lo que me dijiste y yo callé un -me pasa lo mismo. Contigo desnudo mi alma sin pensármelo dos veces-. Pero para qué decírtelo, si cada vez que nos miramos nos vemos por dentro; si cada vez que nos abrazamos volvemos nuestros cuerpos eternidad hasta que el mundo real nos vuelve a avisar. Cada vez que tú me hablas, cada vez que te abres conmigo, siento ganas de ponerme a escribir. Quizá sea porque así fue nuestro comienzo, entre letras. Quizá sea porque quiero eternizar también tu alma, tus emociones, el amor que siento por ti. Quizá sean muchas cosas las que me tengan ahora aquí, entre el humo del incienso, sintiéndote, aunque no estés. Nos debemos unas cuantas estrellas, una noche en la que los recuerdos del pasado se vuelvan presente. Una noche donde solo estemos tú y yo. Somos dos almas que se encuentran a menudo y cuando eso pasa, nos amamos como se aman los artistas;  creando, sintié

agua salada en mi habitación.

 Me siento en la orilla del mar y, aunque son mis sábanas las que acarician mis piernas, siento cómo el agua salada roza mi piel. Solo veo esta oscura habitación y, sin embargo, al cerrar los ojos puedo ver un hermoso atardecer. Las nubes se tiñen de fuego y el agua refleja las brasas que calientan mi alma. Escucho a Lauren Renon, "Me and the Neon" y quiero creer que esa melodía que resuena en mi mente, no es otra que la de las olas golpeando con unas rocas que acabo de inventar. Qué bonita es la imaginación, ¿verdad? Que puede hacernos vivir lo que vimos y, al mismo tiempo, vivir aquello que nos gustaría estar viviendo.