Todavía pienso en ti cuando algo bueno acontece en mi vida. Tú, que conociste todos mis demonios y me amaste a pesar del infierno que desataba en mi vida cuando algo me salía mal.
Tú, que cometiste mil errores y a pesar de ello siempre quise acompañarte.
Tú que pones la banda sonora a mis días y en las melodías me pierdo al recordarte.
Y yo, ilusa de mí, sintiendo que la nuestra era una estrella inmortal. Que jamás dejaríamos de brillar.
Maldita sea, que al cerrar los ojos siento tus manos en mi piel.
Abrázame.
Por primera vez en años el silencio me da miedo.
Me aterra, porque en medio de esta duda que es la vida, no saber de ti puede significar no saber por siempre.
Y olvidarte, olvidarme, olvidarnos.
Caer en un pozo etéreo sin fin.
Y caer,
y caer,
y caer al vacío eterno de este adiós que desde hace siglos
viene siendo
inevitable.
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