Ir al contenido principal
Buenos "medios días", como digo yo.
Realmente, no sé cómo me va a salir esta entrada, porque mis horas favoritas para escribir son las nocturnas. Quizá es por el silencio, que calma los latidos de mi corazón, o por todo el ruido que, al mismo tiempo, hace mi cabeza... Pero vamos, allá voy:

Ahora mismo, estoy oyendo a Linkin Park y, no sé, me están dando ganas de escribir cómo me siento respecto a un tema en particular: La paz.

Sí, desde que somos pequeños, festejamos el día de la paz como si fuese algo obvio, pero, ¿Sabéis una cosa? La paz, en nuestro mundo, no existe.

Quiero decir, cuando tenemos un problema con una persona, normalmente... casi el 100% de la población, lo solucionamos  a gritos, e incluso, algunas veces, a golpes. ¿Cómo podemos pretender que haya paz entre siete mil millones de personas, si ni siquiera somos capaces de conseguirla entre dos?
Bien, yo propongo una cosa.
¿Por qué no respiramos profundo antes de tomar alguna que otra decisión? ¿Por qué no pensamos bien antes de actuar?

Siempre me dicen que pretendo crear un mundo utópico, pero no. Solo quiero un mundo justo. Un mundo en el que se pueda salir a la calle y no tener miedo de que alguien coja, y te pegue una paliza por conseguir unos cuantos céntimos. Quiero vivir en un mundo en el que se pueda respirar profundo sin miedo a contaminar nuestro pulmones, igual que está contaminado el medio ambiente. No sé, quiero un mundo en el que reine el amor, por encima de todo. Porque el amor a lo que soñamos, puede hacernos indestructibles...
Muchas veces me pregunto qué sería de la vida si todo lo que los seres humanos emplean para hacer el mal, lo utilizasen para hacer el bien...
¡Qué buen mundo! ¿Verdad?

Bueno, ahora, tengo que irme a comer... y si empiezo a hablar de este tema, no pararé nunca. Así que, nos vemos en otra entrada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

y tú tampoco estás.

 Normalmente esto lo hubiera escrito de puño y letra y nunca hubiera visto la luz, pero estaba con el ordenador encendido y las ganas de escribirte me han podido. No he querido levantarme, prender la luz, perder el tiempo... Necesitaba decirte que lo siento, que estoy ardiendo por dentro de la pena que siento. Siento haber estado tan cansada algunas veces como para no sonreírte un poco más, como para no pasar a verte, como para no abrazarte con más fuerza. Siento haber estado triste algunas veces; enfadada otras. No contigo, no por ti, con la vida. Siento no haber sido siempre justa, no haberte tratado como tu alma se merecía.  Lo siento. Siento no haberte visto una última vez, no haberte dicho una vez más lo mucho que te quiero. Siento no haber llegado a ser la mujer que esperabas que fuera. Siento que no hayas conocido a esa bebé de la que siempre hablábamos. Te quiero. Siento no haberte escrito más poesías, no haber terminado antes mi libro; no haberte regalado esa segunda parte que

A corazón abierto

 El otro día tuvimos una conversación a corazón abierto -con nadie puedo, más que contigo-. Eso fue lo que me dijiste y yo callé un -me pasa lo mismo. Contigo desnudo mi alma sin pensármelo dos veces-. Pero para qué decírtelo, si cada vez que nos miramos nos vemos por dentro; si cada vez que nos abrazamos volvemos nuestros cuerpos eternidad hasta que el mundo real nos vuelve a avisar. Cada vez que tú me hablas, cada vez que te abres conmigo, siento ganas de ponerme a escribir. Quizá sea porque así fue nuestro comienzo, entre letras. Quizá sea porque quiero eternizar también tu alma, tus emociones, el amor que siento por ti. Quizá sean muchas cosas las que me tengan ahora aquí, entre el humo del incienso, sintiéndote, aunque no estés. Nos debemos unas cuantas estrellas, una noche en la que los recuerdos del pasado se vuelvan presente. Una noche donde solo estemos tú y yo. Somos dos almas que se encuentran a menudo y cuando eso pasa, nos amamos como se aman los artistas;  creando, sintié

agua salada en mi habitación.

 Me siento en la orilla del mar y, aunque son mis sábanas las que acarician mis piernas, siento cómo el agua salada roza mi piel. Solo veo esta oscura habitación y, sin embargo, al cerrar los ojos puedo ver un hermoso atardecer. Las nubes se tiñen de fuego y el agua refleja las brasas que calientan mi alma. Escucho a Lauren Renon, "Me and the Neon" y quiero creer que esa melodía que resuena en mi mente, no es otra que la de las olas golpeando con unas rocas que acabo de inventar. Qué bonita es la imaginación, ¿verdad? Que puede hacernos vivir lo que vimos y, al mismo tiempo, vivir aquello que nos gustaría estar viviendo.